31 mar 2008

“Gobernar desde afuera”

escribe Luis Casado

En su curioso informe al XXVIII Congreso del PS realizado en Panimávida, Camilo Escalona tuvo algunas palabras críticas para los críticos, aquellos que de algún modo han expresado divergencias con relación a la conducción partidaria o, peor aun, han osado disentir de las políticas gubernamentales.

Siempre ha sido de buena guerra manejar un buen ataque como la mejor defensa. No obstante en este caso Escalona cometió un error de principiante: cuando las consecuencias de los errores cometidos superan lo admisible ya no basta con acusar al prójimo de todos los horrores, como intentó hacerlo Ricardo Lagos con el Transantiago.

En esos casos se hace indispensable aportar elementos, argumentos, hechos que le den consistencia a lo obrado, perspectiva histórica, relieve. Nada de eso en las palabras de Escalona. Imitando el tonillo de un George W. Bush cuando lo de Irak, se limitó a dictaminar: “Quién no está con nosotros, está contra nosotros”.

Y no es que sorprenda de quién, -en tiempos de Ricardo Lagos-, osó afirmar que los funcionarios públicos “le deben lealtad incondicional al gobierno”, confundiendo seguramente la gestión de la res pública con el mangoneo de su cosilla tendencial.

Durante el XXVII Congreso (2005) tuve la ocasión de acercarme a Escalona para sugerirle que, -habida cuenta de la (leve) mayoría que se había decantado en su favor en una plenaria y de la necesidad de unir a todo el Partido detrás de la candidata presidencial- , imitase a los socialistas europeos generando una “síntesis” para integrar a las minorías a la dirección.

Sus francas palabras aun resuenan en mis oídos: “No, nosotros pensamos que la mayoría debe ser clara, y asumir todo el poder”. De modo que en esa ocasión, -un congresito para olvidar que no tuvo otra arista que la de servir para desbancar a Gonzalo Martner-, Escalona eligió dividir de facto el partido, de aplicarle un duro ostracismo a la mitad del socialismo chileno. Se procedió a una eleccion por lista cerrada y sus secuaces obtuvieron quince puestos sobre quince en la dirección del PS, con un sinnúmero de vicepresidencias para satisfacer egos y apoyos tarifados.

Algunos años más tarde, este nuevo conducator descarta toda disidencia argumentando que “no se puede ser Gobierno y oposición al mismo tiempo”, agregando que “Creer que el Gobierno se puede dirigir desde fuera del Gobierno (...) es un craso error”.

Habida cuenta de lo que precede, viniendo de quién viene, y habiendo sucedido lo que ha sucedido, no deja de ser “cocasse”, o sea jocoso, gracioso, cómico.

Escuchando a Escalona con un oído algo distraído, -único modo de escuchar tanta profundidad sin ahogarse en sus abismos conceptuales- , llegué a pensar que se refería a sus aliados, a aquellos con los cuales ha manejado la manija desde hace ya 18 años, aquellos a los que ha contribuido de un modo u otro, explícita o implicitamente, a hacer elegir diputados o senadores, a los que con su influencia se ha puesto en altas resposabilidades primero para luego defenderles con dientes y uñas cuando algún juez, -o el simple abuso-, puso en evidencia alguna “desprolijidad”, en fin creí que se refería a Jorge Schaulsson, a Fernando Flores, o tal vez a Adolfo Zaldívar, o a los diputados “colorines”, en fin, a todos aquellos que por diferentes razones se fueron estimando que estarían mejor “afuera” que adentro.

Y que dicho sea de paso, haciéndolo, gracias a esta magistral conducción politica de la Concertación de la cual Escalona es el portavoz, lograron hacerle perder a la coalición oficialista la mayoría en ambas cámaras del Parlamento por la primera vez en décadas.

O bien, me dije, se refiere a aquellos que tanto daño le han hecho a los gobiernos de la Concertación al excederse en las, ¿cómo llamarlas?, “expropiaciones”, eso es, llamemoslas “expropiaciones del patrimonio público”, y yo que sé, las platas de los planes de generación de empleo, del MOP, de la CORFO, de Chiledeportes y un gran etc., y ahí me di cuenta de que no, ellos no están “afuera”, por definición están “adentro”, junto a Escalona, o detrás de Escalona, o al menos al lado, visto que para cometer “desprolijidades” en el manejo de la cosa pública es menester estar “adentro”.

Y “adentro”, lo que se llama “adentro”, habida cuenta de la particular concepción que tiene Escalona de la democracia en el seno del PS, (“No, nosotros pensamos que la mayoría debe ser clara, y asumir todo el poder”), supongo que solo deben haber “incondicionales”, funcionarios serviles, gente que tiene claro que no se puede dirigir el gobierno desde “afuera”.

De modo que he tenido que aceptar que Escalona sigue razonando con tautologías, aporias y sofismas, aun cuando puede que él mismo no lo sepa, como Monsieur Jourdain que no se da cuenta que habla en prosa.

Y confirmar mi apreciación en el sentido de que si siempre ha sido de buena guerra manejar un buen ataque como la mejor defensa, en este caso Escalona cometió un error de principiante: cuando las consecuencias de los errores cometidos superan lo admisible ya no basta con acusar al prójimo de todos los horrores, como intentó hacerlo Ricardo Lagos con el Transantiago, y como intenta hacerlo ahora Escalona acusando de deslealtad a Bachelet a quienquiera que no comulgue con su conducatoril modo de ver la vida política.

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