por Rubén Andino http://rubenandino. blogspot. com
Antonio Cortés Terzi efectúan un diagnóstico catastrófico ( ver en este blog artículo anterior o en www.centroavance.cl ) del estado actual de la Concertación, que lo lleva a anunciar sin muchas vueltas o adornos lingüísticos que la única opción presidencial que tiene la coalición de
gobierno es
todos los restantes aspirantes de la Concertación o del mundo progresista. Cree
que no hay tiempo para hacer correcciones o rectificar caminos y nos dice que
para impedir que la DC se vaya con la derecha hay que darle en el gusto y aceptar
a su candidata.
Compartimos el diagnóstico de Cortés Terzi en lo que se refiere al estado
actual de la Concertación, aunque diferimos de algunas de sus conclusiones.
Para nadie es un misterio que la alianza política que ha producido ya cuatro
gobiernos sucesivos está sufriendo una progresiva erosión; caracterizada por
el deterioro de su propuesta programática, incapacidad para renovar sus
cuadros dirigentes, autocomplacencia, pérdida de iniciativa y corrupción.
Estos vicios han llevado a la cúpula dirigente concertacionista a alejarse
cada vez más de los sentimientos aspiraciones e intereses del pueblo,
que –con una fidelidad inquebrantable- ha a apoyado en las urnas a la coalición en
estos años. El problema nuevo es que aunque toda la Concertación esté unida
detrás de la candidatura de Alvear, su victoria es incierta
No es la primera vez que Cortés Terzi previene ante una derrota. Hace
algunos años, en pleno gobierno de Ricardo Lagos, habló de la "ceremonia del adiós", usando una frase que Simone de Beauvoir dedicara a Jean-Paul Sartre,
refiriéndose a la etapa terminal de su compañero de toda la vida.
Tampoco es nueva su invitación a apoyar a Soledad Alvear. Dijo lo mismo
cuando Alvear y Bachelet se enfrentaron como precandidatas en 2005. La diferencia
actual radica en que ahora no existe, como bien dice Cortés, una
"candidatura providencial" como fue la de doña Michelle.
No estamos obligados a apoyar a
el problema de la Concertación no es sólo un problema de retener partidos; sino
la carencia de un proyecto político renovador que interprete a los
electores.
Las propias encuestas de opinión pública demuestran que un malestar se ha
venido instalando entre los chilenos y chilenas; y este factor afecta por
igual a la Concertación y a
generalizadacon la forma como se hace política hoy en Chile.
Podemos decir que una "Nausea" o malestar en el sentido sartreano, impregna
el estado de ánimo de los chilenos hacia el comportamiento de "los políticos";
de manera todavía imprecisa y e inorgánica, y ese estado lleva implícito un
deseo de cambio que Jorge Arrate ha sintetizado en la frase "no queremos seguir
bailando Twist en la misma baldosa".
Aunque
pacto por omisión con el PC en las elecciones municipales de octubre; las
respuestas de la Concertación a esta demanda ciudadana son insuficientes.
Hace falta mucho más para salir airoso en una eventual candidatura presidencial
que triunfe en diciembre de 2009.
La solución no pasa solo por aliarse con la izquierda extraparlamentaria en
una o más elecciones; sino por unir fuerzas en torno a un nuevo proyecto
político que de origen a un pacto de avanzada social, que sume a las fuerzas
ya existentes una parte significativa del 50 % por ciento de aquellos
chilenos y chilenas que, pudiendo votar, se abstienen, anulan el voto o carecen de
incentivo para inscribirse en el registro electoral. Pasa por incorporar
además activamente en lucha por la igualdad social a cientos de miles de
personas que forman parte de organizaciones ciudadanas que, sin tener
militancia política, se interesan activamente por la vida pública.
Tiene razón Cortés cuando afirma que la Concertación se ha burocratizado,
pero la salida que él encuentra para esta crisis está encapsulada en la misma
lógica burocrática que, con razón, critica. No basta con retener a la DC,
para ganarle a
fuerzas sociales organizadas deben confluir en un gran pacto social y
político que dé al candidato o candidata que elijamos todos, mediante primarias
abiertas, la gran legitimidad que se requiere para derrotar la derecha.
A dos años de la elección presidencial, todavía estamos a tiempo para trazar
ese camino.
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