11 jul 2008

"El Movimiento Estudiantil: Desheredados de la Educación"

Diario "La Nación"


Este título, prestado de las palabras de P. Bourdieu y J. C. Passeron,

permite mostrar que las tomas de colegios y las marchas de los

estudiantes son la expresión de una exigencia que no puede ser leída

sólo como un reclamo por una educación con lucro o sin él, sino como

un problema de fondo. Que el Estado tenga un rol primario o secundario

en la educación, y que exista o no selección en el sistema escolar es

parte indudable de la discusión, pero lo trascendente es que la

demanda estudiantil representa un malestar con el proyecto de sociedad

y con el ideal moderno que tiene acuñada la educación, referida a

fomentar la movilidad social y, por ende, el progreso.


La educación ahora no está cuestionada por su cobertura ni por su

facultad de formación, sino por ser un ente de reproducción de

diferencias sociales, económicas y culturales entre clases sociales.

Tal cuestionamiento obliga a las autoridades a reflexionar para

revertir la situación. Es así que una ley educacional no debería tener

como única función el proveer de un marco regulatorio para garantizar

una educación de calidad para todos, sino que debería tener entre sus

funciones el ser un instrumento para construir un nuevo proyecto de

sociedad, con el cual disminuir las asimetrías sociales. Si en su

época, la denominada Ley de Instrucción Primaria Obligatoria (LIPO)

contuvo el reclamo mayoritario de su ciudadanía, puesto que poseer un

pueblo sin educación traería el estancamiento económico, político y

espiritual del país; ahora la ley educacional que busque superar la

LOCE debería portar también la actual exigencia ciudadana, relativa a

fabricar un nuevo proyecto de sociedad acorde al bicentenario de la

nación, donde la educación juegue un rol vital en preparar a seres que

estén capacitados para aportar en el desarrollo y el crecimiento

económico del país. Donde la educación sea vista como un espacio para

el desarrollo personal, más que como una entidad de reproducción de

las desigualdades estructurales.


Para entregar una herencia a las futuras generaciones de estudiantes,

el debate de la educación y su marco regulatorio debería estar situado

en el proyecto de sociedad y de individuo para asegurar un sistema

educativo con oportunidades iguales para todos y con posibilidades

reales de poseer una movilidad en la estructura social chilena.


René Aguilera Barraza, sociólogo, Magíster en Antropología y docente

de la Universidad Central

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