26 nov 2008

Una falsa buena idea...

por Luis Casado

En la progresiva degradación de la vida democrática de los partidos políticos chilenos hay elementos que juegan un papel de una curiosa perversidad. Uno de ellos tiene relación con la institucionalidad definida por la Constitución de la dictadura, la del neo fascista Guzmán, que obliga a los partidos políticos a organizarse de acuerdo a reglas establecidas por especialistas en democracia política, como el propio Guzmán y su inspirador, su musa, Augusto Pinochet.

Hasta ahora, todos los partidos son obedientes. ¡Bravo!

Otro elemento, adoptado como sin querer, no de adrede sino por inadvertencia, son las “primarias”.

Si uno se atiene a la práctica consagrada desde hace no más de 15 años, sin “primarias” no hay legitimidad, como si esa competencia paraolímpica determinase per se el derecho no discutido a representar a la ciudadanía.

Que el objetivo primero consista en asegurar la victoria para una determinada coalición, sin tomar en cuenta los intereses objetivos del universo electoral, en otras palabras del pueblo, no parece sorprenderle a nadie.

La candidatura única, como obligación para no perder la teta, es una regla no escrita que debe imponerse a todos.

Poco importa que la carrera se efectúe en condiciones de absoluta desigualdad para tal o cual: lo que importa es el resultado.

“Primarias”… ¿donde está la raíz histórica del procedimiento en la vida política chilena?

¿Qué justifica el carácter pretendidamente democrático del procedimiento?

¿El ejemplo estadounidense?

¿Ese en el que lo importante es la masa de millones de dólares acumulados por el candidato antes de lanzarse?

Obama no escapa a la regla: desde el inicio de sus pretensiones presidenciales los principales financistas del Partido Demócrata apostaron a Obama…

No el tipo de los diez dólares… sino aquellos de los millones, de las decenas de millones, de las centenas de millones.

En una competición de este tipo, en un país que soporta un duopolio de la información, la inexistencia de la libertad de prensa en los hechos… ¿Qué “primaria” puede efectuarse en igualdad de condiciones?

Con algún candidato que beneficie de una mejor exposición mediática… ¡pudiese ganar el caballo de Calígula!

Sobre todo si la “primaria” depende, como en los EEUU, no tanto de las propuestas programáticas sino del dinero que se pueda consagrar a la campaña.

El vencedor pudiese ser el más hábil para conseguir recursos…

Técnicas de mercado… “Primarias”… La misma vaina.

Un proceso de unidad del pueblo, de las fuerzas progresistas, no puede pretender fundar su legitimidad en un procedimiento farandulero, presidencialista, seleccionador de mesías, de íconos, de protagonistas de la Fama, del chileno más cojonudo, vote con el celular y gane un premio…

Que Alejandro Navarro proponga una solución de este tipo para designar el candidato de la izquierda es chocante.
¿Y luego qué?

¿Salimos a pegar carteles?

¿Nos hacemos entrevistar por La Segunda, como un Escalona cualquiera?

¿O por El Mercurio, como un Insulza cualquiera?

Las fuerzas progresistas no pueden dar el espectáculo denigrante y lamentable de los socialistas franceses… Congresos y elecciones que consagran el narcisismo de sus protagonistas olvidando la democracia y las preocupaciones y los intereses populares.

No importan ni el programa, ni las ideas, ni las convicciones.


Vota por mí, y ya verás como todo se arregla….


Esto se parece demasiado a eso de “quién es el que la tiene más larga, ¿Ah?”

Si esto es reconstrucción de la democracia… ¡me llamo Pericles!

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