3 may 2009

Para la izquierda se debe iniciar un camino de vuelta a la soberanía nacional y a la redemocratización y re nacionalización de Chile

por Eduardo Gutiérrez

La historia económica de Chile, desde antes de su independencia, ha estado influida condicionada y dependiente de los vaivenes de la economía mundial. Las clases dominantes han funcionado –desde el punto de vista económico- hegemonizadas por las teorías de los centros rectores del capitalismo mundial.

¿Es posible desvincularse de esta realidad cuado estamos viviendo hoy el fracaso del modelo neoliberal de libre mercado? ¿Cuál debe ser la oferta programática de la izquierda en este ámbito, de cara a las próximas elecciones presidenciales de diciembre de este año? ¿Es posible pensar hoy en reeditar el proyecto histórico de la izquierda allendista de un desarrollo económico con soberanía en un mundo mucho más globalizado que a fines de la tercera década del siglo pasado?

El debate de la izquierda a mediados del siglo pasado estuvo signado por los diferentes diagnósticos y enfoques de los intelectuales y políticos socialistas y comunistas. Para el PC la revolución democrático burguesa era una tarea inconclusa debido a las rémoras feudales o semi feudales de nuestra economía que obligaban a una amplia política de alianzas de los trabajadores (obreros y campesinos) con la burguesía para llevar a cabo la reforma agraria y la democratización de la sociedad chilena. Para el PS por el contrario, el modo dominante de producción capitalista debía hacer coincidir las tareas democrático burguesa con las socialistas. Para el PS no existía ninguna posibilidad de acuerdos con la burguesía por su dependencia del imperialismo y por su adscripción al capitalismo. La Unidad Popular constituyó para ambos el tubo de ensayo de sus respectivas visiones, donde, sin embargo, el proyecto socialista de más largo plazo y el carácter revolucionario del Gobierno de Allende eran los puntos centrales de coincidencia. Para el PS por tanto la revolución democrático burguesa era tarea de la izquierda.

Treinta y cinco años después de estos análisis la realidad del agro es diametralmente distinta. Ya no existe latifundio (no feudalismo) y la oligarquía despareció como clase o fracción de clase, aún cuando es posible que sus muchas de sus ideas sigan dominando en el actual Chile conservador. Por otro lado nadie podría discutir que la actual constitución parchada de la herencia dictatorial es mucho menos democrática que la constitución de 1925. Sin embargo el tema de los objetivos de la izquierda y las alianzas para lograrlo siguen vigentes. ¿Es artificial este debate? ¿Fuera de la realidad?

Mi opinión es que la crisis del modelo neoliberal actual pone en cuestión, al menos en nuestra realidad, el cómo se ha movido una parte de la izquierda chilena, particularmente me refiero a la que ha formado parte de la Concertación. Esta claro que ahí se amalgamó una alianza entre sectores de clase que abarcan desde trabajadores hasta empresarios, sin embargo nadie podría negar que se hizo bajo la hegemonía de un modelo capitalista neoliberal. ¿Qué no había condiciones para más?, ¿qué eso era lo que permitía la correlación de fuerzas? Es posible, pero eso no invalida el diagnostico.

¿Qué ha ocurrido entonces en estas casi cuatro décadas, desde 1973 en adelante?

La dictadura posibilitó la acumulación originaria de capital que requería las nuevas fracciones de clase burguesas nacidas del cambio de modelo a partir de 1975 y después de las reformas privatizadoras de 1986. La burguesía chilena hoy es otra. Sólo basta considerar la cantidad de las grandes fortunas para darse cuenta de ello. Pero esta burguesía lejos de querer avanzar en la democratización de la sociedad – para llevar a cabo esa condición de la revolución democrático burguesa- se aferró con dientes y muelas al sistema político semi democrático existente cuya piedra angular es el sistema binominal. Paradojalmente, la Unidad Popular significó para la burguesía despejar el atraso en el agro, para posibilitar el desarrollo capitalista moderno en esa área (no era ciertamente el objetivo directo de la izquierda que buscaba la propiedad comunitaria e individual).

Sin embargo, el nuevo modelo capitalista a que adscribió la burguesía a partir de 1975, que con ciertas modificaciones implemento la Concertación y que posibilitó en algunos lustros crecer a tasas que llevaron a muchos a predecir el salto de la economía chilena a la de país desarrollado (incluido la mayoría de los socialistas), hoy está en cuestión. La adscripción acrítica de una parte de la izquierda a este modelo se hizo intuitivamente, sin respaldo teórico, sólo porque el modelo funcionaba y era (y para muchos aún es) exitoso. Sin embargo si el objetivo muchas veces explícito era llegar al bicentenario con un país desarrollado está claro que ese objetivo ya estaba lejano antes de la crisis. La DC había chuteado en su Congreso Programático para el 2030 ese objetivo y el resto de la concertación hizo mutis.

Hoy cuando los principales ideólogos del capitalismo y los países más desarrollados del mundo manifiestan claramente que ese modelo implementado en las tres últimas décadas fracasó, el debate histórico que más de una vez cruzó la izquierda y también la derecha vuelve al tapete, y vuelve al calor de la crisis y de sus repercusiones.

¿Insistir en el modelo neoliberal? ¿Regresar al proteccionismo que se inició en la década del 30 del siglo pasado precisamente como consecuencia de la caída de la bolsa de Nueva York en 1929? O, ¿una solución intermedia con mayor control y regularización del Estado?

Parece meridianamente claro que la izquierda no puede seguir sosteniendo un modelo que se desarrolla a partir de la sobreexplotación, de la confiscación de nuestras riquezas naturales, de una dependencia extrema de los vaivenes del mercado internacional y de una sustentabilidad seriamente cuestionada. Pero sobre todo a partir del inmenso poder económico y político que la gran burguesía ha desarrollado en estos años.

Para la izquierda se debe iniciar un camino de vuelta a la soberanía nacional y a la redemocratización y re nacionalización de Chile (como alguien señaló acertadamente en la Asamblea de la Izquierda en La Florida). El eje debe ser el control político y económico de sus fondos de pensiones (que hoy dan mayor sustento económico y político a la burguesía con el apoyo incondicional de una parte de la izquierda) a través de un sistema solidario tal cual lo han hecho los países desarrollados del mundo y de una educación y salud pública poderosa como en los países de Europa. La vuelta al poder del estado de las riquezas naturales y un nuevo ordenamiento constitucional que permita rescatar un rol productivo del Estado (hoy existen recursos suficientes para hacerlo y los fondos de pensiones debieran ayudar a ello), nos permitiría debatir el carácter de una nueva política soberana que, entre otros objetivos, estimule la creatividad y energía de los profesionales y científicos en nuevas áreas de la investigación y de las nuevas industrias.

Es cierto que esto no significará terminar con el capitalismo, pero sí disminuir el poder de la gran burguesía e imponer un proceso de democratización profundo de nuestra sociedad. La alianza entre los trabajadores manuales e intelectuales, entre obreros y campesinos, con los millones de trabajadores que viven de un salario, con los crecientes sectores asalariados de los sectores de servicios y con la pequeña y mediana burguesía industrial y comercial, debe ser el eje de esta nueva conformación social dominante. De igual forma la relación con los pueblos originarios debe considerar un nuevo diálogo que considere sus aspiraciones de autonomía como se ha hecho en los países de América latina.

Finalmente y no menos importante es una nueva y verdadera mirada integradora con los pueblos de América donde una salida soberana al mar para Bolivia debe ser seriamente considerada. El New Deal de Obama es interesante. Ha ocurrido en otras crisis, pero el poder del complejo militar industrial y financiero seguirá rigiendo los destinos de esa nación. En la época de New Deal (Nuevo Trato) de Franklin D. Roosevelt antes de la Segunda Guerra mundial, muchos socialistas se deslumbraron por las políticas más amistosas de EEUU que contrastaban con la anterior política del “gran garrote”(Big Strick). Eso duró hasta el inicio de la Guerra Fría en 1946. Que no nos ocurra lo mismo.

Sustancialmente no es posible después de esta crisis que una parte de la izquierda se siga subordinando a las políticas económicas y al sistema político impuesto por los poderosos, esa al menos debiera ser la gran lección unitaria de toda la izquierda chilena.

Para la derecha esta crisis será pasajera (de hecho lo será como todas las crisis cíclicas de sobreproducción) y no es necesario variar la esencia del modelo que les ha permitido altas tasas de ganancia, control económico de los fondos de pensiones, poder político e ideológico creciente y una férrea alianza con el capitalismo mundial.

La emergencia de las elecciones de diciembre debiera dar espacio también a un debate de esta naturaleza.

Eduardo Gutiérrez G.
Comité Central PS de Chile
Abril de 2009

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