5 dic 2007

El retorno de Minoletti

por Andrés García U. Ex residente del Campo de Concentración de Chacabuco

El Diario La Nación nos informa la llegada del Capitán ® Carlos Minoletti Arriagada, viene un pequeño reportaje con parte del prontuario. Ha sido requerido para que explique el entierro clandestino de 26 compañeros asesinados por la caravana de la muerte, creo que el 19 de Octubre de 1973, también debe aclarar sobre la exhumación y lanzamiento al mar (1975 o 1976) de los mismos. Esta noticia da cuenta de un paso más en el esclarecimiento de tanta maldad, con la salvedad que ahora hay un debido proceso. Esta circunstancia activa la memoria, reaviva episodios inolvidables para cualquier "poblador del campo de concentración de chacabuco"

Algo previo y necesario
La Junta
necesitaba limpiar el Estadio Nacional donde debía jugar la selección chilena de futbol con la soviética. Se esperaba la visita de enviados de la FIFA para que dieran fe de que se trataba de un campo deportivo y no un campo de "retención" de prisioneros de guerra. Este lugar se había habilitado como recinto de detención, tortura acondicionado con sonido, gritos desgarradores, declaraciones de culpabilidad, instrumental eléctrico que se aplicaba a genitales, oidos, lengua, etc. Tanto a mujeres como a hombres.

Los soldados de la patria emplearon y ejecutaron todo lo que la perversidad e impunidad permitía a seres verdaderamente desquiciados, implementos que aplicaron a presos, todos sospechosos de ser parte del Plan Z, un engendro producido por ex alumnos de la Escuela Anti guerrillera con sede en Panamá, asesorados por la Cia. y posteriormente reforzados por gorilas brasileños. El plan Z, consistía según publicitaron, en listados de militares que debían ser asesinados por militantes de la Unidad Popular, este bodrio que luego debieron abandonar por grotesco, les sirvió como soporte para inducir a la soldedezca a cometer los latrocinios, ahora puestos en evidencia.

Aquí se humilló, así por ejemplo: presumían que teníamos piojos o ladillas; en consecuencia era menester empelotarnos y pasarnos unos brochazos de lindano, un pesticida órgano clorado altamente tóxico, "operativo" que en su momento fue rechazado por el Dr. Danilo Bartulín, quién en un acto de coraje y profesionalismo denunció este acto criminal expandiéndose el rechazo que llevó a suspender la aplicación, porque además los efectos se devolvían a los manipuladores. Al Estadio llegaron compañeros con mayor o menor grado de compromiso y eso explica un acto grotesco o ingenuo, que consistió en la presentación de un espectáculo de entretenimiento o show como se llamó, hecho que fue debidamente publicitado por El Mercurio y La Tercera, con el cual demostraban que estábamos punto menos que de vacaciones, claro que con alimentación ocasional y guardados o hacinados en los camarines durante la noche.

Los cancerberos necesitaban desocupar el recinto y luego de una autorización de visitas que en casos recién ahí, los fa miliares ubicaron a sus deudos. A esta visita nos llevaron ropas algunos alimentos, se suponía que seríamos trasladados, pero se desconocía el destino. Al día siguiente se dio inicio a la evacuación, primero fue una caravana hacia Valparaíso y en la noche otro paquete viajó por vía aérea. La caravana fue sin duda grotesca: buses equipados con parapetos en los extremos y equipados con ametralladoras, apuntando a los viajeros y escoltada por helicópteros hasta el puerto, en la calles mucha gente se asomó, algunos solidarizaban otros manifestaban su alegría, como es la condición humana!. la carga no fue interceptada por guerrilleros que rescataran a los combatientes, así llegó a muelle Prat para ser embarcada en el Andalién, barco de la Sud Americana de vapores, que fletaba nitrato de sodio a juzgar por el lastre salitroso depositado en la última bodega.

Nadie podía estar seguro que el barco llegaría a algún destino, la historia daba cuenta de operaciones de fondeamiento durante la dictadura de Ibáñez y los botes que colgaban solo podían atender a la tripulación, La otra alternativa era Pisagua, que ya se había ocupado en dos oportunidades para albergar presos políticos: Gobierno de Gabriel González V. y el democrático de Carlos Ibáñez. Así en un trayecto incierto,"sin escalas", entre subidas y bajadas para comer, avistamos una mañana las instalaciones portuarias de Antofagasta.........(Leer todo el artículo)

1 comentario:

Anónimo dijo...

El encuentro con el desierto

Efectivamente habíamos llegado a Antofagasta, ahí nos desembarcaron, en cierto modo fue tranquilizante, una formación igualmente aparatosa con ametralladoras apuntando a los viajeros, contarse, agarrar sus paquetes y embarcarse en un tren con carros equipados al igual que los buses, esta vez el convoy toma rumbo al Norte, al medio día el tren se detiene, casi en una curva que toma la dirección de Calama, lugar inhóspito donde cobran sentido los versos del Canto a la Huelga, ( versión publicada en El Despertar de los Trabajadores , sábado 20/12/1913), “Canto a la pampa la tierra triste/Réproba tierra de maldición,/ que de verdores jamás se viste/ ni en lo mas bello de la estación/”.

La carga humana es transferida a camiones que a través de una huella, entran a un Campo de Concentración, similar al que establecieron los Nazi durante la II Guerra Mundial: Treblinka, Dachau, Auschwitz, etc. Alambradas, torres de vigilancia, barracas. Sólo que el paisaje era diferente, siguiendo a nuestro poeta anónimo: “Donde las aves nunca gorjean/ Donde no crece la flor jamás,/ A donde riendo nunca serpea/ El arroyuelo libre y fugaz”.

Al medio día cuando el sol cae sobre la meseta atacameña arde como fuego, pareciera la propia antesala del infierno, el teniente Minoletti hizo su presentación. Nadie que haya pasado por esa experiencia lo podrá olvidar.

Los presos formados alrededor de la abandonada cancha de futbol, “en pelotas”, había maldad o bien una cierta perversión oculta en este teniente, con sus bultos al frente, recibimos la inspección de Minoletti, Jefe de Seguridad del campo, quién con ojo de águila y suelto de piernas, escarba los modestos bultos de los presos, goza pisando queques, chocolates baratos, algunas frutas, termina su prolija inspección, rompe algunas boinas que algunos compañeros se pusieron para protegerse del sol, consideró que era equipo militar y éramos indignos de usarlos, algo parecido.

Enseguida toma posición y emite una “arenga”: empieza por informarnos que estábamos en el desierto,“frío en la noche calor en el día”, que éramos la escoria de la sociedad y que el nos iba a enseñar a ser buenos ciudadanos, se dirige a Angel Parra y a unos primos a los que notifica que deberán cantar las verdaderas canciones chilenas, que cantan los Quincheros; a don Mario Céspedes, distinguido profesor de historia que amenizaba un concurso televisivo sobre temas históricos, en el cual preguntaba sobre una materia elegida por el concursante, pues bien, a este profesor le iba a enseñar la Historia de Chile, a honrar a sus héroes. Y no la huevadas que dices en T:V. Bueno siguió con otros menesteres y sugirió que podíamos fugarnos, pero que el campo estaba minado y él había colocado estos explosivos, cuestión que era efectiva, no se si era por sensibilidad o por error, estas minas estallaron en mas de una ocasión al paso de algún perro o simplemente un ratón.

Concluyó disponiendo nuestra residencia, naturalmente hacinándonos donde lo único que sobraba era espacio, se habían habilitado camastros para mas de tres mil presos en lo que quedaba del campamento obrero de la Oficina Chacabuco. El lavado cerebral anunciado continuó con la canción nacional, se percató que no manejábamos la estrofa referida a los valientes soldados y dio una orden perentoria, las “actividades” se suspendían y los presos debían aplicarse en aprender la letra y la música de la estrofa de marras, dar cuenta de este aprendizaje en la ceremonia vespertina al bajar la bandera.

Otra iniciativa consistía en la realización de “retretas” en la cual oficiales expertos emitían charlas sobre alguna de nuestras carencias. Una de ellas, fue la última, se refiere a la “amistad”, empieza el oficial, diciendo que la amistad es importante en la vida y que consiste en tener amigos, no cualquiera es amigo… ahí se produce un lapsus y los presos atentos al desarrollo de la alocución, se empiezan a poner nerviosos e intrigados por la continuación, pero esta no llega…, de pronto el oficial, dice: terminar!!, mi vecino don Francisco Aedo ( ex Director de la Escuela de Arquitectura de la U de Ch.) me dice en voz baja: elocuente el tipo, Verdad?.

Minoletti, contó con el apoyo espiritual de un capellán, pariente putativo del cura Hasbun, encargado de velar por la pureza de nuestra correspondencia, él leía lo despachado y recibido, censuraba con marcador negro lo que estimaba que nos produciría algún daño mental o fueran señales conspirativas. Tengo la sospecha que este cura no irá a la diestra del señor por mentiroso y malvado. Ofició de asistente de Minoletti en el entierro clandestino de las victimas de la caravana de la muerte, vio los cuerpos mutilados.
A los familiares les negó información y en otros casos, lo justificó como actos de fuga.

A modo de epílogo

Como se dice, la vida tiene vueltas. Resulta que una funcionaria del hospital de Calama, madre de un niño con serios problemas traumatológicos, viajó a Santiago en busca de una posibilidad de cirugía para su niño, le dijeron que tenía la solución cerca y que en Chacabuco, se encontraba el médico apropiado, se trataba del Dr. Enrique Jenkin P..

La señora habló con algún jefe y se autorizó la salida del Dr. Jenkin, naturalmente había que preguntarle si estaba dispuesto, el médico les espetó que hacía el plan Z al revés, que su profesión era salvar vidas y estaba dispuesto a ir a Calama. En efecto, la cirugía fue exitosa, la noticia corrió raudamente y se sumaron otros casos, uno de ellos fue la esposa de Minoletti, nunca supimos como reaccionó el marido después de esa intervención.

La justicia tiene ahora en sus manos a este Ex Oficial que se fugó a Estados Unidos en 1995, cuando sospechó que debía dar cuenta de algunas fechorías. Creo que así como a algunos pillines se les condena a trabajos sociales, a este valiente soldado debiera encomendársele el rastreo de minas, que sin duda él instaló en la zona nor-oriental de Antofagasta, donde a menudo se producen muertos o mutilados por efecto de estos explosivos

Lampa. 30 de Noviembre de 2007