
La actual crisis de la Concertación no está ligada a una debacle económica sino más bien a una exigencia de los distintos sectores sociales y políticos frente a una situación económica promisoria y su enorme frustración por la falta de medidas concretas que mejoren su calidad de vida.
Los temas de la desigualdad y del salario ético, sumado a las críticas a las normativas de la negociación colectiva actual y el tema de poner freno a la vulneración de las leyes por la subcontratación, por poner solo algunos ejemplos, señalarían de que nos encontramos frente al inicio de un periodo político donde las exigencias están puestas en el “reparto de la torta”. Si esto va a quedar sólo ahí, es decir en el reparto de la torta económica sin tocar la torta política, va ser sin lugar a dudas la distancia que mediará entre la “reforma y la revolución” que, como un reguero de pólvora hoy recorre América Latina.
Entiendo por reformas en este siglo XXI los procesos de adecuación de los modelos neoliberales que más bien apuntan a resolver las carencias económicas, repito, en un marco de crecimiento (que viabilizan el debate de tales reformas y que pueden variar en futuras coyunturas) y que apuntan esencialmente a medidas asistenciales sin alterar los aspectos sustanciales económicos y políticos del modelo. El caso chileno es el caso típico. Y por revolución entiendo las reformas (que hasta hoy se han venido dando en procesos institucionales) que varían sustancialmente el orden actual, aun cuando sin cuestionar radicalmente- hasta ahora- el sistema capitalista. El caso de Venezuela y Bolivia son la punta de lanza de estos procesos.
El PS ad portas de un Congreso está dividido en dos propuestas que preanuncian el inicio de una larga lucha por la hegemonía en la conducción partidaria entre quienes (sin enarbolar modelos paradigmáticos) adhieren a las reformas para fortalecer el modelo y quienes debieran apuntar a cambios sustanciales del mismo. El “debieran” esta dado por que el cuerpo de ideas que sostiene esta segunda posición si bien ha explicitado aspectos importantes de un nuevo diseño carece aún de una clara estrategia de cambio que contemple entre otros factores, por ejemplo, el componente de política de alianzas tras ese cambio.
La transición terminó hace años en la instalación en Chile de un nuevo Estado semiautoritario (excesivo presidencialismo, Constitución inamovible) un régimen político excluyente consolidado (sistema binominal, excluyente de la participación ciudadana) y un modelo neoliberal intocable. Pero más allá de esto, (en términos de crisis terminal) está el desprestigio político del conglomerado gobiernista que se expresa en las encuestas.
Sin embargo hay que reconocer que lo explicitado de la crisis está en los cuestionamientos a la corrupción, la falta de una distribución del ingreso más equitativa, más que a la ligazón entre esos aspectos y el sistema político. Con esto quiero decir que lo que está en el centro de las preocupaciones de amplio sectores es la distancia que media entre los cuantiosos recursos del Estado y el escaso mejoramiento de su calidad de vida y no (por ahora) entre esas falencias y el tipo de Estado y régimen político existente. De ahí la necesidad de centrar el esfuerzo político comunicacional y las iniciativas políticas en los temas de una Nueva Constitución y una Asamblea Constituyente.
El Congreso del PS podría ser la instancia para resolver por ejemplo la construcción de iniciativas que vayan más allá del fortalecimiento de las relaciones político diplomáticas (que hay que hacerlas) como en el caso de Argentina sino incidir en las correlaciones de fuerzas de los sectores avanzados. Una propuesta clara y explicita de entregar una salida al mar para Bolivia (con o sin corredor) sería un claro ejemplo de ello. También aceptar las iniciativas del Presidente Chávez, de recibir petróleo subsidiado iría también en esa dirección además de ayudarnos a resolver nuestros problemas de alzas del precio del crudo.
1 comentario:
Carta Abierta al Ex-Presidente Lagos
Enviado por Charles Vidal Severino el 21/12/2007 a las 11:22
Señor
Ricardo Lagos Escobar
Ex Presidente de Chile
Presente
Estimado Sr. Lagos.
Como hoy está de moda, quiero hacer mi ?mea culpa?
Soy uno de los tantos ciudadanos que trabajó desde al anonimato para que llegará a ser presidente de Chile. Fui un empeñoso colaborador por allá a mediado de los noventa, cuando en las primarias de la Concertación la máquina DC fue más fuerte y puso a Frei en la Moneda.
Seguí atentamente su trayectoria como Ministro de Educación y de Obras Públicas, sin sospechar al igual que muchos chilenos, los vaivenes del malogrado MOP.
A fines de los noventa, una vez más desde mi calidad de ciudadano, trabajé convenciendo a decenas de amigos para que en la segunda vuelta pudiera vencer a Lavín. Lo logramos, y un nuevo Chile se nos acercaba, como tan bien puesto en escena se mostraba en su franja de televisión.
Durante su período presidencial, fui en férreo defensor de sus obras, y en más de una ocasión pensé que en Chile debía existir la reelección presidencial para seguir contando con un presidente de ?clase mundial?. Es más, me la jugué por Bachelet pensando en que habíamos dejado un gran presidente que retornaría en cuatro años más.
Sr. Lagos, aquí viene mi ?mea culpa?. Siento, como muchos otros, una gran decepción al ver su actitud frente a los temas que todo el país ya conoce, por nombrar sólo algunos, Chiledeportes, EFE, Transantiago, el viejo caso MOP-Gates, Correos de Chile (¿alguien se acuerda?), Puente Loncomilla, por nombrar sólo algunos. Don Ricardo, me equivoque con usted.
No sabía en realidad qué me molestaba de usted frente a todos estos casos, pero algo no me dejaba tranquilo. Al repasar un video de los ?ochenta? me encontré con su famoso ?dedo acusador?. Ahí caí en la cuenta que usted no fue capaz de enfrentar los acontecimientos de igual forma como enrostró a Pinochet por sus actos deleznables. Guardó silencio y sólo la fuerza de los hechos lo ha obligado hoy a hablar. Perdone, pero no me trago lo que usted ha dicho respecto a que hay momentos para callar y otros para hablar. ¡Por favor!.
Por todo esto Sr. Lagos, como un ciudadano más, le solicito, le imploro, le exijo, por decencia, dar un paso al lado de la actividad política nacional. Queremos tener oportunidades con nuevos liderazgos, capaces de abstraerse del encantamiento del poder (que a usted tanto le gusta y lo tiene atrapado) y volver a creer en la política, en los políticos y en que es posible dedicarse decentemente a esta noble actividad.
Sr. Lagos, si desea, puede seguir trabajando para ¿salvar el planeta?, pero por favor, deje que los chilenos nos re-encantemos nosotros mismos con la política y no con su recurrente frase de ?cómo hacer las cosas?, ya que ese discurso nos tiene hoy prácticamente paralizados sin poder avanzar a las ¿nuevas playas?.
Sr. Lagos, me equivoqué con usted.
Atentamente
Charles Vidal S.
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