Juan Francisco Castillo Avila. Socialista,
Delegado al XXVIII Congreso General PSCh.
Un Gobierno que pretenda hacer de su sello la protección social no puede actuar con el ánimo sanguinario con el que ha actuado el actual gobierno.
No puede denominarse a éste como "el más progresista" que ha hecho la Concertación —como he escuchado—, cuando el gobierno a través de sus fuerzas represivas ha asesinado a un trabajador forestal y a un estudiante universitario mapuche.
Bachelet —por muy socialista que sea— ha estado sometida a la misma estructura de poder que ha gobernado estos 18 años de gobiernos Concertacionistas. Continúan las decisiones copulares de los partidos, los mismos dirigentes políticos en los ministerios importantes, los mismos pesos y contrapesos de los partidos en las nominaciones de los parlamentarios y funcionarios públicos. Hay una especie de Concertación nuclear que ha estado en el poder todos estos años, conteniéndolo como sea.
Se repite el empeño servicialista hacia los poderosos que se observó en sus antecesores. Peor aún, puesto que ellos no iniciaron su gobierno con una mayoría en el parlamento en ambas cámaras, lo que los obligaba a negociar la aprobación de simples leyes, no así Bachelet. Su gobierno ha negociado con la Derecha no por necesidad si no por gusto.
Antes de aprobar la ley de subcontratación, Arturo Martínez, presidente de la CUT, señaló que si la Concertación no la aprobaba tal como la había dejado la Cámara, era porque simplemente no querían realizar cambios, ya que para crear, modificar o derogar una ley laboral, se requiere la mayoría simple de los miembros en ejercicio de cada cámara.
La izquierda de la Concertación -como me ha dicho un sabio profesor - "pasó del avanzar sin transar a negociar a cualquier precio", pero es esta política la que ha llevado al inmovilismo todo aire de cambio. Con voluntad política, hoy tendríamos leyes laborales que fortalezcan la sindicalización y una reforma provisional más competitiva y con participación estatal.
Asistimos hoy a la culminación de un largo proceso, en el que el Conglomerado de gobierno se ha sacado al fin los ropajes y ha quedado al descubierto, se ha convertido en una nueva Derecha, una peor. Una derecha que habla de Derechos Humanos mientras los viola, una que habla de justicia social pero que está al servicio de los poderosos. En fin, una coalición de verborrea centroizquierdista pero de gobiernos hipócritas y retardatarios.
La Concertación se ha convertido en la favorita de los poderosos porque mientras contiene a las masas descontentas con sus promesas de protección social, mantiene el mismo sistema generador de privilegios y desigualdades.
Ante el "presente vergonzante" ¿qué podemos hacer la izquierda?, ¿Agachar el moño? O alzarnos con fuerza para transformar la realidad y derrotar a estas dos Derechas. La opción —creo yo— es clara. En el Centenario de Salvador Allende tenemos que evocar su mejor legado: La Unidad de la Izquierda.
Juan Francisco CastilloCo- Editor de Revista Masiva[http://www.revistamasiva.com]
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15 feb 2008
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