SALVADOR ALLENDE
EL SOCIALISMO: UN CONSTRUCTOR RELEVANTE DEL FUTURO
Y no hay margen para equivocarse. Estamos en un punto en donde los errores se pagan extremadamente caros. Cuatro gobiernos consecutivos y 18 años de ejercicio del gobierno, junto a realizaciones que han cambiado la cara de Chile, han acumulado un conjunto también amplio de usura, desgaste y frustraciones que nos ponen permanentemente en tela de juicio. Podrá no gustarnos pero esa es
Por otra parte, no podemos eludir la existencia de los obstáculos propios de la época que vivimos. A diferencia de lo que ocurría durante el siglo XIX y buena parte del siglo XX, en la actualidad operan fuertes tendencias a la fragmentación de la sociedad y a la descomposición y desagregación de los intereses colectivos. De hecho, el sistema opera produciendo en las conciencias individuales una fuerte disociación entre el éxito personal y el avance colectivo. Por momentos, pareciera que las relaciones sociales van siendo sustituidas por un conjunto de transacciones cada vez más amplias, variadas e impersonales. En este cuadro, son muchos los ámbitos en los cuales la solidaridad y la fraternidad van siendo sustituidos por prácticas crecientemente competitivas y ásperas. De este modo, adquieren un protagonismo a menudo avasallador los éxitos individuales, al paso que las instituciones conocen un paulatino debilitamiento cuando no una franca decadencia. La dinámica en curso es en extremo delicada. En más de un sentido, es la propia democracia la que está directa o indirectamente en cuestión. Cuando se exacerban los derechos individuales, son finalmente los derechos colectivos los que terminan amenazados. Cuando se reduce el ciudadano a su condición de consumidor, se vulnera, como se ha dicho tantas veces, la igualdad consustancial a
Esta nueva cultura del capitalismo en palabras de Richard Sennet, hace aún más difícil el desarrollo de la causa progresista. Nuestros valores de siempre como la solidaridad y la acción colectiva se sitúan en las antípodas de las tendencias que aparecen como hegemónicas en este mundo de comienzos del siglo XXI.
Nuestra lucha se hace por cierto más difícil, pero en ningún caso innecesaria ni menos inútil. Al mismo tiempo que debemos enfrentarnos al predominio de las distintas formas de individualismo y de egoísmo en sus versiones más brutales, debemos ser capaces de ponerles coto a las manifestaciones de resignación, acomodo y derrota que anidan en nuestro propio seno.
Es en este cuadro mundial y nacional, sin dudas muy groseramente bosquejado, en el que deben situarse las deliberaciones de nuestro próximo Congreso. Contrariamente a algunas voces que se escuchan en la cúpula del socialismo, este no puede ser considerado como un trámite, como un evento más, como un ejercicio ritual por el cual es preciso pasar pero que en definitiva no es trascendente porque, de acuerdo a esas visiones, las decisiones más fundamentales no pueden quedar libradas a colectivos amplios de los cuales nada bueno se puede esperar.
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