
El actual modelo de crecimiento, defendido ardorosamente por los neoliberales y resguardado en Chile por un sector del llamado “progresismo”, está siendo puesto a prueba por la amenazante simultaneidad de tres crisis internacionales: la financiera, la energética y la alimentaria. En particular, el aumento del precio mundial de los alimentos y su impacto en Chile ponen en cuestión la solidez de los avances registrados durante la postdictadura en los niveles de pobreza.
El Banco Interamericano de Desarrollo dio a conocer hace un mes un estudio según el cual, bajo ciertos supuestos, los pobres en América Latina aumentarían en 26 millones de personas. En Chile las cifras registradas por la última encuesta de hogares situaron la pobreza en alrededor del 13% de la población. La estimación del BID indica que ese porcentaje podría subir a más de un 17%. Con ánimo de aprovechamiento político, sectores de derecha han señalado su preocupación por el fenómeno.
Autoridades de gobierno, por su parte, han dicho correctamente que esas cifras no consideran los aumentos en subsidios y prestaciones que han tenido lugar en este tiempo. En todo caso, es inevitable pensar que, de uno u otro modo, el aumento de los precios de los alimentos tiende a anular los posibles progresos en el sistema de protección social que ha impulsado el gobierno de la Presidenta Bachelet.....Leer más
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