por Eduardo Gutiérrez
Las sucesivas reformas a la Constitución de 1980, aprobadas en un plebiscito fraudulento en ese mismo año (bueno es recordarlo) se han puesto nuevamente en el debate con vistas a las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. El candidato oficial de la Concertación, Eduardo Frei varió su original posición de una Nueva Constitución a una nueva reforma de la misma (que el mismo había criticado como procedimiento). Los candidatos de la izquierda han señalado la necesidad de convocar a una Asamblea Constituyente que redacte una nueva Constitución que luego sea plebiscitada por la ciudadanía. Similares procesos ha ocurrido recientemente en Bolivia, Ecuador, Venezuela y Colombia. La derecha siguiendo con su lógica conservadora ha señalado que las cosas como están funcionan bien y centran su discurso en que las preocupaciones de la gente son otras.
¿Será cierto esto que una nueva constitución NO debiera contemplar los aspectos más sentidos por grandes mayorías nacionales, ubicando la Constitución de un país solo como una entelequia o para conocimiento de legos y especialistas?
Con ese criterio una nueva Constitución en Chile, por ejemplo, NO debiera tomar en consideración el carácter pluri étnico de nuestra sociedad y adecuarla al Convenio 169 de la OIT recientemente aprobado por el Senado (rápidamente después del asesinato de Matías Catrileo), o en Derechos Humanos la protección y la vida de las mujeres chilenas golpeadas y asesinadas impunemente?
¿O que el Estado Chileno se haga cargo de los errores y vejámenes de la policía y del Poder Judicial?
Digo esto último a partir de dos casos que me han conmocionado y que nuestros representantes “políticos” preocupados de subirse las dietas y de ser reelectos no han dicho una palabra cuando debieran hacerlo (ellos son los legisladores y fiscalizadores). El primer caso es la de la llamada Quintrala quien mando a matar a sus parientes y, el consecuente y erróneo arresto y encarcelamiento de un anciano familiar acusado del asesinato de su ex marido y conviviente. El segundo caso es de Rosa Farias detenida por error “con un arma en su cabeza y engrillada frente a su dos hijos” (La tercera 16 de enero de 2009. ¿Qué dirá la Comisión de DDHH de la Cámara de Diputados?). En ambos errores garrafales las victimas no han recibido ni siquiera las disculpas.
¿Será posible que en una Constitución preocupada de los grandes temas del poder político no haya espacio para proteger a los ciudadanos y al mismo tiempo evitar o reparar los graves errores (pongo el tema policial y judicial solo a modo de ejemplo) que se cometen cotidianamente en nuestra sociedad?.
Claro que debiera haber espacio y muy claro.
Solo a modo de ejemplo: la Nueva Constitución de nuestra hermana Nación del Ecuador establece en su Articulo N°11 sobre los derechos de los ciudadanos (*) que “El Estado será responsable por detención arbitraria, error judicial, retardo injustificado o inadecuada administración de justicia, violación del derecho a la tutela judicial efectiva, y por las violaciones de los principios y reglas del debido proceso”.
Se demuestra así que es posible hacer una Constitución a “escala humana” y que además, podemos aprender de nuestros vecinos, no solo de su calidez, cultura (sus aspectos culinarios entre otros) sino también de sus idearios políticos, dejando de lado nuestra soberbia neoliberal.
Eduardo Gutiérrez González
Comité Central del PS de Chile
Enero de 2009
17 ene 2009
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