
por Libio Pérez diario "La Nación"
“Es hora de que emerja una voz de izquierda”
El ex ministro, que acaba de renunciar al PS tras casi medio siglo de militancia, dice que quiere trabajar para “reconstituir a la izquierda allendista”, y aunque propone un pacto de apoyo recíproco entre la izquierda y el centro para una segunda vuelta, advierte que hay condiciones.
Estoy terminando mi tiempo creyendo en cosas muy parecidas a cuando comencé", dice Jorge Arrate para explicar su renovado entusiasmo por encarnar el ideario socialista en una candidatura presidencial. El abogado, economista y escritor fue uno de los propulsores de la "renovación" de la izquierda en los años setenta, tuvo un papel protagónico en la creación de la Concertación y en la reunificación del PS; ha sido ministro y embajador, pero el lunes pasado anunció su desafiliación del partido en el que militó 46 años para buscar la nominación de la izquierda extraparlamentaria.
A los 68 años de edad, y más allá de su eventual candidatura presidencial, Arrate quiere de nuevo trabajar por "reconstituir a la izquierda allendista". Y dice que para derrotar a la derecha hay que buscar un pacto de apoyo recíproco entre la izquierda y el centro para una segunda vuelta. Estas son sus condiciones.
¿Cuáles son las razones que lo han llevado, primero, a buscar una candidatura presidencial, y segundo, a salirse del PS?
Las dos cosas tienen la misma respuesta. Sostengo que hay un ciclo que ha terminado, que se está iniciando uno nuevo y que hay que hacer un giro. Ese ha sido mi mensaje. Este giro apunta a terminar con el binominalismo de las ideas. Los chilenos estamos obligados a elegir entre la derecha y el centro, creo que es hora que emerja una voz de izquierda y para que eso ocurra la izquierda que existe ahora, y que ha hecho este largo y difícil camino, necesita que también estén los socialistas.
¿El agotamiento de ese ciclo supone, en su opinión, que la transición no logró sus objetivos?
Efectivamente. Más allá de los logros e insuficiencias, de las que me hago parte porque participé en ese proceso, el balance del período de la posdictadura es nítido: tenemos una seudo democracia y somos una de las sociedades más desiguales del mundo. Efectivamente hay logros en este período, pero un socialista inconformista como yo, lector asiduo del programa de gobierno de 1989, no puede permanecer indiferente ante todo lo que no hemos hecho. Los socialistas vivimos un proceso difícil, porque tuvimos una gran responsabilidad por recuperar las libertades. Pero, al mismo tiempo, teníamos que impulsar reformas al modelo económico, y eso no se logró.
¿Cree que la Concertación lo ha intentado?
Estoy seguro que sí. Está en el programa de 1989 que encabezó el Presidente Aylwin y que todos apoyamos, incluida la izquierda extraparlamentaria. Pero el pacto programático que hicimos entonces, como la propia coalición, nunca lo pensamos como algo inmutable, eterno y excluyente. Jamás concebimos algo así. Ese programa apuntaba a reformas muy importantes que no se hicieron. Es un debate que ha estado siempre presente en la Concertación. Recuerdo que en 1991, cuando era presidente del PS, salí de una reunión con el Presidente Aylwin y dije que "el Gobierno está encapsulado". Ya entonces veíamos que se estaba produciendo un distanciamiento entre el gobierno y la sociedad civil, que había tenido un rol protagónico en la lucha contra la dictadura. El inconformismo no es un invento, tiene historia y está escrita.
La renovación socialista que iba más allá de las fronteras del PS y abarcaba a la izquierda suponía una ruptura con el instrumental teórico y práctico de la izquierda leninista, representada en el PC, ¿cómo llega ahora aliarse con esa colectividad?
Es un proceso que partió en los años setenta y que ha sido permanente. Nos impactó mucho la experiencia eurocomunista y eso influyó mucho en el socialismo chileno, 15 años antes que cayera el muro de Berlín; luego vino la perestroika de Gorbachov en la URSS. Fue un proceso largo, pero nunca se planteó una ruptura con el PC y menos su exclusión. El PC también ha cambiado, sería una ofensa sostener que sigue igual. Siento respeto por los comunistas no les estoy haciendo la "pata" porque resistieron, al igual que los socialistas, los 17 años de dictadura y con gran dignidad también estos 18 años de exclusión.
Hay cuatro precandidatos perfilados en la izquierda extra Concertación. ¿Qué procedimiento prefiere para llegar a una candidatura única?
Lo que me interesa es que haya pronto un candidato. Si no soy yo y es nominado otro, lo voy a apoyar. Estoy dispuesto a someterme a cualquier procedimiento, con la única condición que sea equitativo y limpio; es decir, que el peso del dinero no sea decisivo en su resultado.
Si consigue la nominación, ¿hasta dónde llegaría su competencia?
He dicho que si soy candidato, mi objetivo es pasar a segunda vuelta. Es difícil y por eso me gusta, pero no es imposible. Quiero devolverle a la izquierda el espíritu de victoria y la confianza en sí misma; tenemos muy buenas ideas y somos mucha gente. Con todo esto podemos hacerlo. Siempre he estado contra la derecha, pero nada mejor esta vez que hacer un acuerdo de apoyo recíproco con el centro para la segunda vuelta. Eso lo hizo Allende con Tomic, en 1970. Hay que buscar las condiciones para ese acuerdo de apoyo recíproco entre el centro y la izquierda, de apoyo mutuo a quien pase a esa segunda vuelta.
¿Cuáles son esas condiciones?
Algunas programáticas, pero hay que hilar más fino; estoy por acuerdos que impliquen el ejercicio de las potestades presidenciales, es decir, aplicar facultades que no pasen por la negociación con la derecha. Por ejemplo, desmilitarizar la Araucanía o sé que el Gobierno no puede llamar a un plebiscito enviar el proyecto para un plebiscito. Eso mismo puede hacerse en salud o educación, que tiene tramitación administrativa y que está en manos de la Presidencia.
¿También la negociación parlamentaria?
No puede haber ningún apoyo de la izquierda al centro si es que éste pasa a la segunda vuelta si no hay una demostración de que el acuerdo para terminar con la exclusión ha funcionado. Más claro: tiene que haber parlamentarios de izquierda elegidos para que la izquierda haga efectivo este acuerdo de apoyo al centro. Si no se rompe la exclusión será muy difícil que el pueblo de izquierda vote por el centro, porque la gente es dueña de su voto y no será suficiente que los dirigentes llamen a votar en uno u otro sentido. En esto yo no adoptaré posturas personales, voy a representar a quienes me han apoyado.
Competirá con Eduardo Frei, de quien usted fue ministro.
Tengo una buena opinión de su persona, como ser humano, pero tengo diferencias políticas con él. Soy partidario de una asamblea constituyente para hacer una nueva Constitución y no sólo hacer reformas; quiero revisar el derecho a propiedad que está en la Constitución y sacar de ésta el modelo económico. Soy partidario de renacionalizar el cobre, de la manera que convengamos con sus actuales propietarios, también hay que recuperar la propiedad del agua, así como eliminar progresivamente el lucro del sistema educacional. Esas y otras son mis diferencias con Eduardo Frei.





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