por Rodrigo De Los Reyes Recabarren "El Clarín"
“¡Otro gallo saltó a la cancha!” me dijo un viejo luchador obrero, mientras daba una fuerte chupada a su cigarro liado con tabaco amargo, que le envían desde Lontué. -“No me gusta nada la cosa. Esto se está poniendo color de hormiga-…” soltó las palabras de a poco mientras el humo azul se elevaba como una plegaria. Jorge Arrate puso fin a 46 años de militancia en el Partido Socialista. Alejandro Navarro lo hizo hace algunos meses.
Tanto Arrate como Navarro, socialistas de distintas generaciones, provienen del tronco histórico, probados y consecuentes militantes en sus respetivos procesos generacionales. A ninguno se le puede atribuir el mote que pertenecen a la “legión extranjera”; ambos a su modo y en su praxis política reivindican el “allendismo” Una mirada rápida se detiene en que Arrate como Navarro han sido proclamados como candidatos presidenciales y buscan representar a la izquierda y sectores progresistas del país.
La migración –voluntaria y forzada en algunos casos- de destacados dirigentes y militantes socialistas son elocuentes señales que la Concertación, como proyecto político histórico, debe ser refundada sobre las bases actualizadas de lo que fueron los programas de gobierno de Pedro Aguirre Cerda, Radomiro Tomic y Salvador Allende. Un estudio serio de aquellos programas que al contrastarlos con el Chile actual nos permite concluir que hay materias que están vigentes sobre las que debemos retomar una decidida acción: nacionalización (o recuperación) de nuestros recursos básicos: cobre y agua.
Cada vez hay mayor conciencia de recuperar los derechos del agua; reformar el sistema financiero (¿la crisis de las AFP no lo dice así?); reforma tributaria que busque la equidad, ya que la desigualdad en esta materia es escandalosa. Reforma a la Educación; profundizar las reformas a la salud y laboral. Además de, mediante un mecanismo democrático: Asamblea Constituyente, por ejemplo, definir una nueva Constitución Política para Chile. Una constitución que garantice el derecho del Estado sobre sus recursos naturales, incorpore un sistema electoral democrático. Se debe establecer una política medioambiental cuya sustentación ideológica no sea el lucro de los grandes grupos económicos que co gobiernan el país.
Creemos que ha llegado la hora de los hornos y para la izquierda que aún permanece en la concertación llega la pregunta que quema ¿A qué herencia debemos renunciar? ¿A una historia de aporte al desarrollo del país y del movimiento obrero o a una herencia que claudica de la justicia social?
Por Rodrigo De Los Reyes Recabarren
rodrigodlr@patagoniachile.cl
“¡Otro gallo saltó a la cancha!” me dijo un viejo luchador obrero, mientras daba una fuerte chupada a su cigarro liado con tabaco amargo, que le envían desde Lontué. -“No me gusta nada la cosa. Esto se está poniendo color de hormiga-…” soltó las palabras de a poco mientras el humo azul se elevaba como una plegaria. Jorge Arrate puso fin a 46 años de militancia en el Partido Socialista. Alejandro Navarro lo hizo hace algunos meses.
Parafraseando a Adam Schaff, notable filósofo polaco, preguntaría ¿Es socialista el partido socialista? ¿Qué es hoy el Partido Socialista?
Tanto Arrate como Navarro, socialistas de distintas generaciones, provienen del tronco histórico, probados y consecuentes militantes en sus respetivos procesos generacionales. A ninguno se le puede atribuir el mote que pertenecen a la “legión extranjera”; ambos a su modo y en su praxis política reivindican el “allendismo” Una mirada rápida se detiene en que Arrate como Navarro han sido proclamados como candidatos presidenciales y buscan representar a la izquierda y sectores progresistas del país.
Un análisis superficial y no exento de interesada descalificación dirá que es la “ambición lo que los motiva” Lo cierto es que las causas y azares de estas renuncias devenidas en candidaturas presidenciales son mucho más profundas y sustantivas. Obedecen a lo que es la historia del Partido Socialista de Chile, sus triunfos, sus proyectos históricos, sus fracasos y derrotas, su actual política de alianzas y también su aislamiento del Chile real. Un doble estándar que viene envenenando la sabia de este árbol frondoso que fue el orgullo del trabajador chileno. Un árbol que comienza a deshojarse en el otoño de un proyecto que concita cada vez menos adherentes.
La migración –voluntaria y forzada en algunos casos- de destacados dirigentes y militantes socialistas son elocuentes señales que la Concertación, como proyecto político histórico, debe ser refundada sobre las bases actualizadas de lo que fueron los programas de gobierno de Pedro Aguirre Cerda, Radomiro Tomic y Salvador Allende. Un estudio serio de aquellos programas que al contrastarlos con el Chile actual nos permite concluir que hay materias que están vigentes sobre las que debemos retomar una decidida acción: nacionalización (o recuperación) de nuestros recursos básicos: cobre y agua.
Cada vez hay mayor conciencia de recuperar los derechos del agua; reformar el sistema financiero (¿la crisis de las AFP no lo dice así?); reforma tributaria que busque la equidad, ya que la desigualdad en esta materia es escandalosa. Reforma a la Educación; profundizar las reformas a la salud y laboral. Además de, mediante un mecanismo democrático: Asamblea Constituyente, por ejemplo, definir una nueva Constitución Política para Chile. Una constitución que garantice el derecho del Estado sobre sus recursos naturales, incorpore un sistema electoral democrático. Se debe establecer una política medioambiental cuya sustentación ideológica no sea el lucro de los grandes grupos económicos que co gobiernan el país.
La renuncia de Arrate no es un acto voluntarista y personal. Su renuncia trasciende a él mismo. Revela las contradicciones del partido socialista chileno y los errores de quienes lo han dirigido en los últimos años. El Partido Socialista llega debilitado a participar en este proceso electoral. El daño provocado por la vacilante candidatura de Insulza, apoyada terca y extrañamente por el senador Escalona, quien más que convicciones y afinidad con Insulza a la Presidencia, la instrumentalizó para atacar a Lagos, han dejado a los socialistas en una situación debilitada en este escenario electoral y de paso ponen en incómoda situación al candidato Frei.
Jorge Arrate señaló en su carta de renuncia que no invita a seguir su ejemplo. A los socialistas que decidimos permanecer en el Partido, y que creemos en un proyecto que emana de los principios fundacionales del Partido Socialista nacido en 1933, basado en la libertad y justicia social que construyó el Presidente Allende, nos esperan días difíciles. Seguiremos trabajando por impulsar la unidad más amplia de la izquierda chilena. Seguiremos trabajando por una Asamblea Constituyente.
Creemos que ha llegado la hora de los hornos y para la izquierda que aún permanece en la concertación llega la pregunta que quema ¿A qué herencia debemos renunciar? ¿A una historia de aporte al desarrollo del país y del movimiento obrero o a una herencia que claudica de la justicia social?
Por Rodrigo De Los Reyes Recabarren
rodrigodlr@patagoniachile.cl
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