El verano terminó abruptamente con los hechos de corrupción denunciados en
Cuando los estudiantes secundarios levantaron su movimiento en 2006, se hizo urgente un problema grave de calidad en la educación producida por diferencias económicas y sociales. Pero también quedó en evidencia un sistema de financiamiento que al estar mal concebido y peor administrado, permitía muchas irregularidades y corrupción.
El nudo estaba en el sistema de subvenciones y en las competencias discrecionales de los jefes de las Seremi para administrar todo el sistema educativo. Pero aún iba mucho más allá y tocaba prácticamente a toda la estructura ministerial. Por ejemplo, la administración de los liceos técnico profesionales, la gestión de la implementación de la jornada escolar completa o los desarrollos curriculares, que corresponden al nivel central.
El gran debate educacional que se generó y las propuestas a que dio lugar la movilización secundaria terminaron siendo administradas por una estructura burocrática verdaderamente feudal y el mismo puñado de funcionarios que desde hace muchos años se rotan en las altas jefaturas del Mineduc. De ella formaba parte el renunciado responsable metropolitano de
La
Diversos expertos han sido tajantes para referirse a la calidad burocrática del Mineduc. Ernesto Schiefelbein, autoridad mundial en materia educacional y ex ministro de Educación por corto tiempo, lo expresó diciendo que había que dinamitarlo completamente y hacer todo de nuevo. Pareciera que no le falta razón, pues no parece explicable que una situación como la que se investiga se mantenga por años, sin que ministros, subsecretarios, jefes jurídicos o administrativos hagan algo al respecto. Y cuando se hace una auditoria despidan al auditor por ineficiente y conflictivo.
El Gobierno tiene el deber político y ético de cambiar las cosas y no ampararse en lo que haga o deje de hacer
funcionarios comprometidos en el despilfarro y la incompetencia.





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